METRÓPOLIS


METROPOLIS Grosz

Georg Grosz (1916/1917)

Los primeros adjetivos que se nos vienen a la cabeza al contemplar esta metrópolis pintada por Georg Grosz son “caótica” y “amenazante”. Está claro que esa noche de tonalidades rojizas no puede traer nada bueno, y tampoco la muchedumbre anónima que se camina a toda velocidad, ajenos unos a los otros. En el centro del cuadro, vemos el edificio del Hotel Atlantic, rematado en una de sus esquinas por una cúpula bulbosa. Esa esquina es el centro de una enorme X formada por dos calles por las que se mueven de forma frenética un montón de personas y algunos vehículos. Algunas de estas figuras son medio transparentes, como si fuesen el recuerdo de alguien que pasó por ahí en el pasado. Otras figuras se superponen de forma confusa. 

Es como si Grosz estuviese representando el fluir de esas calles a lo largo del tiempo: la gente que pasó hace un rato, la que pasa ahora y la que pasará más adelante. Hay personas de todo tipo: policías, ricachones, abogados, campesinos, prostitutas… En la calle de la izquierda, podemos ver incluso tres carrozas fúnebres tiradas por caballos (la más grande de ellas guiada por un esqueleto). La vida y la muerte se entremezclan en esta ciudad que nunca duerme.

¿Pero qué nos quiere decir el artista con esta obra? Si os fijáis, está pintada en plena Primera Guerra Mundial, igual que otro cuadro que vimos hace no mucho de Grosz: Suicidio. El artista fue llamado a filas dos veces, y las dos veces acabó en un hospital aquejado de un colapso nervioso. Esta ciudad terrorífica que vemos en el cuadro es la plasmación de una sociedad enferma, corrupta, aislada y egoísta, la principal causante de la guerra que asolaba Europa.

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