Jaume García

Jaume García (27/3/22)

Por fin, la semana pasada recibí el primer álbum del dúo formado por Javier Mira y Nacho Ortiz, quienes han parido un disco de mucha mayor inspiración que el editado por aquella pareja formada por Greg Howe y Ritchie Kotzen. 

Tras no pocas escuchas, os puedo garantizar que «EL PESO DEL MUNDO» es algo más que un disco, es todo un portento en el que se dan de la mano las dos expresiones y manifestaciones artísticas más importes y antiguas de la historia: pintura y música. En esta original propuesta Javier y Nacho han escogido once de los más significantes lienzos de la humanidad (bueno, y otros soportes… ya que el Jardín de las Delicias es sobre tabla, y las pinturas negras de Goya fueron plasmadas sobre los muros de la Quinta del Sordo), además de una creación del propio Javier, facturada en su adolescencia y que da título al disco. Estos dos enormes músicos han logrado plasmar el sonido interior de los cuadros escogidos, realizando la banda sonora perfecta de cada color y trazo, a la vez que también han dado voz al espíritu social en el que fueron trabajadas como respuesta acorde (por ejemplo, el Guernica). A lo largo de sus 65 minutos de duración podrás «escuchar» los pigmentos feroces de «El Grito», las bellas tonalidades de «Sol Naciente»  y la retorcida geométrica de Escher. 

¿Y si nos centramos exclusivamente en lo musical? Pues te vas a topar con algo realmente atrevido, ya que Javier y Nacho han explorado territorios que nunca hubiera imaginado. «EL PESO DEL MUNDO» es un compendio de temas puramente avantgarde, unas veces de sonido optimista (como la intro) y otras con cariz psicodélico e incluso jazz rock. Por ejemplo «Amarillo y azul» suena cósmico, espacial, cuyo inicio podría haber sido firmado por los canadienses Voivod. En «Cante Jondo» encontrarás una maravilla oscura y cañí. 

En términos generales, opino que la originalidad del disco reside en las sorpresivas esencias KRAUT ROCK que confluyen a lo largo de los temas, hay momentos que recuerdan a los sublimes Cybotron (70s), a los ingleses especiales Visitor 2035, a Tangerine Dream o a Zygoat, si quieres discutir mi parecer escucha «La persistencia de la memoria» y luego me lo cuentas. De hecho, incluso cuando se vuelven más «boogies», macarras y rockeros, lo hacen al puro estilo de los Goldenrod (finales años 60). Pero no queda ahí la cosa, no podemos olvidar esas lineas de bajo que rinden claro homenaje al séptimo arte a la vez que se funden con sintes y pasajes que te recordaran a Carpenter y a las OST del cine de terror italiano, como aquellas que compusieron los grandes Goblin, para filmes excelsos como Suspiria o Tenebre. 

Una propuesta insólita y atrayente donde la técnica y las acrobracias de estos DOS GIGANTES DE LA GUITARRA no quedan en un segundo plano. En fin, algo nunca antes hecho en el rock de este país, mucha experimentación y mucha locura pero siempre perfectamente estructurada. En cualquier caso, lo mejor es que no me hagas caso, que te hagas con él y que juzgues por ti mismo, el goce está asegurado.