AMARILLO, ROJO Y AZUL


Huile sur toile (1925) de Vassily Kandinsky. Musée National d'Art Moderne, Paris, France. Donation Nina Kandinsky 1976. AM 1976-856

Wasily Kandinsky (1925)

Es un cuadro abstracto  en el que los elementos de la composición  son  formas,  colores  pero no existe relación  con  la realidad  visible  y es que para Kandinsky  pintar un cuadro supone  llenar una superficie de elementos como líneas, puntos, colores,  formas geométricas  que dan una sensación de tensión, armonía, ritmo y que causen  o provoquen una sensación  espiritual  en  el espectador. Se puede dividir el cuadro en tres partes  que tienen un fondo de colores violetas, verdes, amarillos y azules.

Las sensaciones  del espectador cobran aquí una gran importancia por una parte parece existir un movimiento circular  que comenzaría por la línea curva de nuestra izquierda para acabar en la cinta negra y sobre todo en el círculo  negro de nuestra derecha  que parece  «querer caer».

Este cuadro también refleja la dualidad entre el sol y la luna: la parte izquierda evoca la geometría y la luminosidad diurna, en la que los trazos oblicuos imitan los rayos de sol que surgen de las dos formas semicurvas. En cambio, en la derecha, aparece una oscura redondez lunar de la que surgen multitud de formas a modo de transparencias que se superponen.

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